Editorial
2004
Por
Jorge Luis Rodriguez
AfroCuba
Anthology, Journal 03 – Invierno de 2004.
Negociar
las fronteras del Caribe siempre ha sido un gran dilema.
Los factores
africanos en el Caribe multicultural siguen teniendo dimensión
política en la misma interpretación de los “peligros”que
han traído nuestras insurrecciones de esclavos y patricios
liberales.
Al inmigrante,
como al desterrado, nos ha tocado negociar una y otra vez
ante las fronteras de Norteamérica, tal como islas
sembradas en la cintura del continente que se sacudieran al
ritmo de los huracanes que vienen a morir en la Florida.
El desarrollo
de Tampa entre 1890 y 1910 a manos de los tabacaleros transnacionales
cubanos es la historia infinita de una diáspora que
se funde en otra diáspora. Las definiciones caribeñas
de Ryerson en Toronto o de Tampa en Florida son parte de la
misma historia de asentamientos transculturales que contemplamos
en el año 2004.
Negociar
las fronteras de las islas sigue siendo un gran dilema.
Haití
lo acaba de recordar con baños de sangre este año
mientras Cuba ve deshacerse los acuerdos de viajes y ayudas
familiares e intercambios académicos que nos habían
dejado volver a cruzar durante algunos años nuestros
viejos puentes transnacionales entre Cuba y los Estados Unidos
de América.
Las formas
de colaboración que nos permitieron reunirnos en las
páginas de esta Antología así como en
las calles de Matanzas y Los Angeles parecen deshacerse con
los huracanes que nos azotan.
Durante
varios años el Afrocuban Research Institute pudo conectar
programas de la Universidad Estatal de California en Los Angeles
con programas totalmente autónomos de la Sociedad Antropológica
de Cuba, con sede en Matanzas.
Los términos
socio-culturales de nuestras negociaciones sobre las fronteras
del entendimiento humano siguen siendo los mismos, pese a
las recientes prohibiciones
y sanciones del Departamento del Tesoro para evitar que se
editen textos de autores cubanos en USA mientras un
centenar de oposicionistas desencadenan condenas y encarcelamientos
en Cuba.
Como el
crucifijo en algunos itones abakua, nuestras mezclas son símbolos
de la esperanza; intersecciones de la misma esperanza que
convirtió a Manzano en el primer poeta cubano escribiendo
en cautiverio.
Nunca
hay que olvidar.
|