Forjándose
Dos Almas
Langston Hughes y Nicolás
Guillén nacieron en 1902, el año en que terminó
la ocupación militar norteamericana de Cuba después
de la Guerra Hispano-Cubano-Norteamericana.
Nicolás asistía
a la Escuela de Derecho en la Habana antes de renunciar a
sus estudios para dedicarse a una carrera de escritor en los
mismos momentos que Hughes le daba la espalda a la Universidad
de Columbia por el mismo motivo.
Hughes y Guillén
venían de familias comprometidas con el cambio social.
El padre de Guillén había sido un líder
político nacionalista y editor de un periódico.
El primer esposo de la
abuela de Hughes murió junto al líder abolicionista
John Brown en Harper´s Ferry y con su esposa había
sido conductor de esclavos a la libertad en las rutas clandestinas
conocidas como el Ferrocarril Subterráneo. Su tío
abuelo fue un destacado abolicionista, legislador y académico.
Ambos eran mestizos, pero
se identificaban con su ancestro africano y exaltaban su negritud.
En una entrevista que Guillén le hiciera a Hughes el
2 de marzo de 1930 para el Diario de la Marina, “Conversación
con Langston Hughes”, éste expresó: “Yo
vivo con mi pueblo; yo los quiero; los golpes que reciben
me duelen en lo más profundo y yo canto sus penas,
yo expreso sus tristezas, pongo sus ansiedades a volar. Y
yo hago todo esto como lo hace el pueblo, con la misma sencillez
con que lo hace el pueblo…Me gustaría ser negro.
Realmente negro. Negro de verdad”.
Un año antes Guillén
se describía a si mismo, en el ensayo “El camino
de Harlem”, como “un negro de piel clara con pelo
´bueno´”.
Ambos poetas hicieron
de la lucha por la justicia social para los negros y todos
los oprimidos el principio rector de sus vidas y la inspiración
de su poesía.
En la década de
1920 Hughes y el poeta mejicano Carlos Pellicer eran miembros
de una pequeña avanzada internacional de literatos
progresistas que eventualmente incluiría a Pablo Neruda,
de Chile; Jorge Luis Borges, de Argentina, Léopold
Sédes Senghor, de Senegal, Jacques Roumain, de Haití,
Aimé Césaire, de Martinique, y Nicolás
Guillén, de Cuba.
Langston visitó
Cuba por segunda vez en 1930. (Su primera visita, breve, fue
cuando era un joven marinero). Por requerimiento de un patrocinador,
andaba a la búsqueda de un socio para escribir una
ópera basada en el exotismo primitivo cubano. Nunca
encontró el socio, pero sí a buenos amigos como
Fernández de Castro, editor de El Diario de la Marina,
quien le presentó a Nicolás Guillen. Con el
tiempo Guillén se convertiría en el poeta cubano
más importante del siglo veinte, pero entonces andaba
a la búsqueda de su voz auténtica. Langston
había logrado el reconocimiento de los círculos
literarios norteamericanos con la publicación de sus
colecciones de poesías The Weary Blues (1926) y Fine
Clothes to the Jew (1927), mientras que Guillén sólo
había publicado poemas sueltos en revistas literarias
cubanas.
Guillén había
publicado su colección de sonetos Al margen de mis
libros de estudios en 1922, la cual constituía una
justificación de haber abandonado la Escuela de Derecho.
En 1928 comenzó a trabajar con Gustavo Urrutia, quien
editaba una página especial, Ideales de una raza, en
El Diario de la Marina. Esta labor le ganaría a Guillén
una reputación de opositor creativo al dictador Gerardo
Machado.
En la época en
que Langston se encontró con Guillén en la Habana
en 1930, según su biógrafo Arnold Rampersad
en The Life of Langston Hughes, vol. I, (102-1941), “como
poeta Hughes ya había encontrado su propia voz, pero
no era así con Guillén, quien ponderaba la obra
de Langston Hughes y su audaz estética racial”.
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El
ensayo completo aparece en formato .pdf aqui
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