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II.

Me he permitido esta introducción histórica porque el culto a los orishas o entidades míticas yorubás tuvo su conformación definitiva en claros procesos de sincretismo y deculturaciones, ora sucesivos o coincidentes, tanto entre una cultura más fuerte representada por los oyoes o yorubás que eran los akús que dominaban los metales y grupos de menor desarrollo (sin conocer estas técnicas) como los nagós, lucumíes e ibós; pero también con culturas vecinas en relativa igualdad de fuerzas y desarrollo tal los adjas, ewes, y fong dahomeyanos o los nupes, takuas o empés que habitan el noroeste de Nigeria (3).
Es notorio que a la par de la ocupación que realizan los oyoes o yorubás y consolidada con la fundación de importantes ciudades como Oyó, Ogbomoso, Abeokuta, Ifé, Ilesha, Iponda, Osogbo, Ejigbó, Aramoko, Iré e Ibadam, vemos acontecer un proceso de establecimiento de cultos locales donde las divinidades de origen ibó y lucumí quedan suplantadas por las yorubás, restando huellas de las mencionadas sustituciones, ocasionalmente poco pacíficas, incorporadas a las formas y prácticas litúrgicas de los nuevos dioses.
Para ejemplificar, mencionaremos algunos orichas bien conocidos en la Regla de Ocha o Santería cubana:
El culto a Oddúdduá en Ifé relegó a un segundo plano el que tributaban en esa región a Orisanlá-Obaigbó, de ascendencia Ibó como se refleja en el segundo nombre. Sin embargo, los sacerdotes de la divinidad primaria quedaron vinculados a algunos ritos y ceremoniales propios del "oní" o rey de la ciudad.
Otro caso es el culto a Sámpónná, también llamado Obaluáyé que sustituyó al lucumí Naná Burukú Akitikata como protector contra la viruela y otras enfermedades contagiosas y cuya devoción también se extendió hacia el Este en territorio dahomeyano hasta el antiguo Malhi.
Por haber sido menos espectacular, no deja de tener importancia el culto rendido a Oshún, que barrió con muchos cultos menores de raíz ibó, especialmente entre grupos que habitaban cerca de los ibús o sitios profundos del río Ochún.
Cuando los oyoes o yorubás estrechan y perfeccionan sus relaciones comerciales, políticas y culturales con el reino de Empé, también asistimos a modificaciones en las originarias creencias akú. Como ejemplo es posible presentar la remoción ancestral que sentían los yorubás hacia jimaguas y gemelos, tenidos como augurios de fatalidades y propios de "gente miserable"; pero todo ello cambió cuando se fueron profundizando sus vínculos con los nupes o takuas, para quienes gemelos y jimaguas eran sagrados. Para esa mutación fue necesario la creación de nuevos orichas, los igbegis o idbeyis (Taiwó-Korné-Bomboché-Kainde-Alaba-Idou), y además la institución de notables privilegios sociales en beneficio a las madres que tenían partos de gemelos o jimaguas, tales como permitirlos cantar y danzar para obtener dinero en los mercados y plazas públicas (6).
Luego de establecida la tercera ola migratoria de los akú en Nigeria debió suceder un proceso definitorio para sus creencias tradicionales. A la par que los resortes propios del culto a los antepasados iban deidificando a los personajes más notorios del grupo, caudillos que habían dirigido la migración y las conquistas de los territorios donde se asentaron y quienes en su inmensa mayoría tenían algún vínculo sanguíneo con el líder Oddúdduá Olofi Oyó, así como también los descendientes de ellos hasta una tercera generación. Tales "nuevos dioses" sustituyen a los que antiguamente existían con idénticas atribuciones a las que ahora les otorgaban en los sitios ocupados donde inician sus cultos, así como también los aspectos más notables de las liturgias precedentes, cuando no son rechazados por incompatibles con el nuevo rito, quedan incorporados a los propios de los nuevos misterios.
En sentido estricto el término orisha debió ser reservado única y exclusivamente para Obbatalá y al conjunto de divinidades que integran su culto (Orishas Fun Fun u Orishas Blancos), mientras el apelativo correcto para los demás dioses masculinos resultaba ser ebolas, el término imolé que utiliza Empega abarcaría a la totalidad de los dioses yorubás; pero la costumbre ha santificado el error, generalizando de tal modo el empleo del término orisha que intentar una rectificación, además de una pedantería, es ya prácticamente imposible.
Nunca está de más reiterar, contra lo que han sostenido muchos investigadores en distintos momentos, que dentro de esta religión solamente hay un dios, único y supremo, llamado Oloddúmaré, de quien emanan todos los poderes y los orishas únicamente constituyen intermediarios entre ese Oloddúmaré y los hombres, pues al Dios Supremo no le interesan para nada los problemas humanos y para su atención creó a los orishas.
Luego, estos "dioses" u orishas no devienen en seres todopoderosos, ni incluso inmortales como las divinidades semitas, griegas o germánicas, por el contrario, su condición antropomorfa no está circunscripta a una apariencia física, sino que copia la totalidad de lo humano y así son capaces de sentir todo lo propio del hombre, pues odian, temen, aman, nacen, viven y mueren.
De acuerdo al carácter esencial que presentan las atribuciones relativas de cada orisha, que en buena medida quedaron preservadas en sus transculturaciones americanas, estos pueden ser agrupados en tres tipos diferentes:

a) Orishas Cosmológicos.-
Son aquellos que están íntimamente relacionados con la creación del mundo, la naturaleza, el hombre, y por lo tanto con el tiempo. Lo anterior lleva a establecer una subdivisión dentro del grupo, porque tendríamos "orishas creadores", que resultan los de mayor jerarquía dentro del panteón yoruba, como es el caso de Obbatalá y los Fun Fun; a continuación y en un plano equivalente están los "oráculos" como Orumla Ifá y los "orishas de la naturaleza" como Osaín. Si analizamos detenidamente las características esenciales en el funcionamiento de la Religión de los Orishas puede verse como la médula misma de esta creencia gravita sobre estos tres subgrupos de orishas, pues los creadores otorgan la esencia plena de la fe; los oráculos legan los mecanismos principales de la comunicación entre las divinidades y sus creyentes, sin lo cual no puede existir propiamente ningún tipo de religión, y los orishas "naturales" aportan las técnicas litúrgicas.

b) Orishas Económicos.-
Aquí deben incluirse aquellos a quienes les son atribuidos los patronazgos sobre las funciones económicas fundamentales tales como la caza, pesca, agricultura y ganadería, así como otras derivadas de las anteriores cual el orden público, el comercio y las comunicaciones. Sin embargo, como la importancia o peso de estas divinidades está directamente vinculada con la importancia que tenga dicha acción económica específica para una determinada sociedad o región; cuando se producen las transculturaciones americanas el papel de estos orishas dentro de los nuevos sistemas de creencias va a estar muy estrechamente relacionado con la relevancia que guarden esas funciones en los nuevos medios socioeconómicos y la participación que en ello tengan sus creyentes.
Pero los negros esclavos y después los libertos, tuvieron muy poca participación como propietarios en las sociedades americanas, de modo tal que su propia existencia, salvo en el cimarronaje y los palenques, no dependía de la práctica de la caza, pesca, agricultura o ganadería, y cuando se ocupaban de estas labores era como ilotas o precarios asalariados cuya manutención realmente no dependía de ellos mismos o, al menos, el producto del trabajo no iba directamente a sus manos, por ello los orishas patrones de esas actividades quedaron muy disminuidos al transculturar, permaneciendo como parte de los nuevos sistemas mágico-religiosos en virtud de sus vínculos con la adivinación o por la participación que tenían ancestralmente dentro de las biografías míticas y, en las liturgias específicas de otros orishas.
Algunos resultaron tan modificados que sus atribuciones adquieren un sentido absolutamente contrario al del sistema original. Un ejemplo es el caso de Ochossi, el patrono de la caza. Como en las sociedades de cazadores son estos los que ejercen las funciones de "policías" o "guardianes", al cuidar por las noches las aldeas, a tales se les estima como los representantes del orden. Sin embargo, en las nuevas realidades de las sociedades esclavistas y discriminatorias que en América encontraron esos esclavos y sus descendientes, ciertamente "el orden" les resultaba adverso, como propio de un marco socioeconómico que tendía a aplastarlos, por ello fue necesario que una de sus deidades asumiera la atribución de protegerlos contra ese "orden" y de esa forma Ochossi devino, al menos en la Santería cubana, como patrono de las cárceles y protector contra la policía.

c) Orishas cotidianos.-
Resultan los que se ocupan de aspectos tan comunes en la vida humana como la propia existencia o la muerte, el amor o el odio, el fuego o el agua, la maternidad o el matrimonio, la música o la danza, la prosperidad o la miseria, la salud o las enfermedades, la vejez o la infancia, etc. Tanto en el sistema originario como en sus transculturaciones este tipo de orishas suscita tamaña devoción popular que no pocas veces rebasa los propios límites del sistema religioso para devenir en un rasgo de identidad.

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