Matanzas
limita con las provincias de Ciudad de La Habana y
Habana por el oeste; por el este con las provincias
de Villa Clara y Cienfuegos. El historiador Urbano
Martínez Carmenate indica que el primer contacto de
los europeos con el territorio de Matanzas, ocurre
en 1508 durante el bojeo que Sebastián de Ocampo realizara
a la Isla, especialmente con la bahía abierta situada
en la costa norte donde después se fundaría la ciudad,
el 10 de octubre de 1693. Desde finales del siglo
XVIII y durante el siglo XIX recibió grandes cantidades
de esclavos que fueron empleados fundamentalmente
en las laboras agrícolas. Durante el siglo XIX tuvo
un gran auge económico, llegando a producir en 1857
más de la mitad del azúcar de Cuba. Hacia 1870 estaba
considerada una de las poblaciones más bonitas de
Cuba, contaba con un fastuoso teatro, un Liceo Artístico
y las famosas Cuevas de Bellamar, así como unas tertulias
literarias donde se reunieron los más importantes
intelectuales de la época. En el censo realizado en
el año 1846 "el total de esclavos ascendía a 35 188,
la población negra era de 39 998 habitantes, por solamente
26 717 blancos" (6).
Así, en Matanzas, la continuidad de la influencia
del arte africano, especialmente de formas de arte
religioso transculturadas, sostiene una tradición
de expresiones artísticas sustentadas en lo afrocubano.
Estas expresiones continúan modificando el discurso
del arte contemporáneo, expresadas en las distintas
tendencias o corrientes artísticas de finales del
siglo XX. Artistas como Ever Fonseca, Jesús Gallardo,
Anglé Camacho, Elpidio Guerra Arroyo (Mirito), Mayra
Alpízar, Orlando Abreu, Perla María Pinedo, Manuel
Moinelo, Emilio O'Farrill, Juan Carlos Urría Fagundo,
pintores y escultores; Héctor Correa, Odalys Marrero,
Rogelio Mesa Ledo, artesanos; Ramón Pacheco Salazar,
fotógrafo; Zenén Calero, diseñador; exponen en sus
obras esa capacidad de reconocimiento y utilización
de los valores plásticos del sistema iconográfico
involucrado en el rico universo visual de las diferentes
religiones afrocubanas.
En
la obra de Ever Fonseca, que trabajó durante muchos
años en Matanzas, una de las constantes iconográficas
de su poética es la representación del güije. El mito
del güije, de origen indígena, recibe la influencia
del esclavo africano y se convierte en el güije negro
y enano que aparece en el folklore, las artes y la
literatura cubanos.
Jesús
Gallardo Cacho, dibujante, escultor y pintor nacido
en Matanzas, realizaría una importante zona de su
obra artística, dispersa en colecciones particulares,
bajo los signos de las culturas africanas. Cuando
en 1978 funda el Taller El Rostro con Jorge Luis Rodríguez
y la autora, la línea fundamental de trabajo es la
creación de máscaras afrocubanas, con la utilización
de las técnicas de tallado, ensamblaje, pintura matérica
y otras técnicas mixtas. Una máscara emblemática es
el Eleguá realizado en una penca de guano (hoja seca
de palma real con cauríes) (1978). En el conjunto
de su obra, el tratamiento del arte africano y afrocubano
fue abordado fundamentalmente en obras de escultura
y en orfebrería.
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